Hablar de cárceles y derechos
fundamentales puede parecer, a primera vista, una contradicción interna
dado que el estatuto jurídico de la persona presa fue configurado como
el de un ciudadano de segunda categoría (Rivera Beiras). Para
contextualizar el sombrío mundo penitenciario baste citar una noticia
reciente: El
Ministerio del Interior restringió por falta de presupuesto un
tratamiento que duplica las opciones de curación para los pres@s que
sufren hepatitis C, una enfermedad que afecta casi al 25% del
población reclusa. En escritos remitidos a los responsabeis médicos de
las prisiones, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias
asume que no hay dinero para tratar a todos los reos que podrían
beneficiar de los nuevos fármacos y establece un “cupo”, y la
correspondiente lista de espera, de enfermos que podrían ser tratados en
función de la disponibilidade presupuestaria. En este contexto, hablar
de derechos fundamentales es un cruel sarcasmo.
Asumamos mientras el peligro aunque sólo
sea para desvelar, con hechos documentados, la inmensa estafa ética que
la jerarquía penitenciaria perpetra cuando afirma que en las cadenas son
respetados los derechos de los reclusos.
Lo que es posible documentar
Un primer hecho documentado es la
práctica sistemática de la dispersión penitenciaria. De las 3.066
personas presas de origen o residencia habitual en Galicia que hay
actualmente en el estado español, 538 están internas en cárceles de
fuera del país, 84 de ellas en situación de prisión preventiva y 454
penadas. El gobierno español no justifica las razones en que basaron los
responsables de Instituciones Penitenciarias la decisión de dispersar
personas nacidas o arraigadas en Galiza por diferentes cárceles del
Reino de España y resuelve la cuestión argumentando que “el destino de
los internos a un determinado centro penitenciario está condicionado por
diversos criterios que vienen previstos en la normativa penitenciaria y
que están ligados a la resolución de la clasificación penitenciaria”.
Afirmación que en absoluto esclarece una de las cuestiones centrales que
motivaron la pregunta parlamentaria de la que deriva esta información:
por qué son alejadas estas personas de su contorno familiar y que
medidas piensa tomar el gobierno para correjir esa situación. Es
importante reseñar que esta política no se justifica por falta de
disponibilidad de plazas en Galicia ya que el total de personas penadas
o preventivas de origen o residencia gallega que están actualmente en
prisión no ultrapasa la capacidad teórica de las cárceles ubicadas en el
país (3.105 plazas) y es claramente inferior a la ocupación real (un
mínimo de 4.861 personas). No existiendo razones estructurales, la única
justificación de esta política penitenciaria no es otra que un castigo
añadido a la privación de libertad.
Un segundo hecho igualmente documentado
es el que revela la dureza del régimen de vida en las macrocárceles
ubicados en el país, Teixeiro y A Lama. Los dos se sitúan entre los más
duros del estado, según confirman presos que pasaron por otros de
reconocida dureza como Puerto 1, y en ambos son frecuentes las denuncias
por malos tratos (eufemismo por tortura en prisión).
Entre las denuncias mas recientes tenemos
constancia de dos en trámite en los juzgados de Betanzos por episodios
acontecidos en Teixeiro en el mes mayo de 2012. En
uno de ellos el grado de brutalidad fue tan extremo que la víctima tuvo
de ser sometido a una operación de urgencia para estiparle el bazo. En lo otro, el preso denunció haber sido víctima de una segunda agresión en el mes de junio.
Cuanto a la cárcel de A Lama, las últimas
denuncias por tortura de que si tiene constancia son tres presentadas
ante los juzgados de instrucción de Pontevedra en enero de 2013. Constan
también otras dos presentadas ante de la Defensoría del Pueblo, en este
caso por defectuosa asistencia sanitaria en relación a la medicación
psiquiátrica.
La respuesta jurisdiccional a esta
situación no es mas alentadora. Cuando no existe acusación particular o
popular, la práctica mas frecuente es el archivo sin solicitar al menos
reconocimiento médico forense. Más allá de un juicio por faltas que fue
sentenciado sin celebrar por prescipción, desde 2008 tenemos
documentados cuatro archivos. El más reciente basado exclusivamente en
informes médicos que contradicen no sólo la versión de la alegada
víctima sino también los testimonios de personas que presenciaron los
hechos, cuyas declaraciones, aunque coherentes, parecen carecer de
convición indiciaria, lo que supone uno nefando (y ilegal) prejuicio en
los instructores.
La sensación de impunidad que trasladan
estas resoluciones judiciales facilitan la reiteración de estos graves
hechos, y convierten las prisiones, normalmente en los módulos de
aislamiento, en lugares donde la eliminación de la tortura parece un
objetivo lejano y difícil, teniendo que concluir que no responde a
hechos aislados sino a una práctica regimental conocida por la
institución penitenciaria y no sancionada por la jurisdicción.
Otro deshonroso galardón que conquistó el penal de A LAma en sus quince años de existencia es el de figurar entre los tres centros penitenciarios del Reino de España que concentra mayor número de suicidos, junto con Zuera y el Psiquiatrico de Alicante. Entre mediados de 2011 y mediados de 2012 murieron en este penal un mínimo (documentado) de ocho personas.
Otro deshonroso galardón que conquistó el penal de A LAma en sus quince años de existencia es el de figurar entre los tres centros penitenciarios del Reino de España que concentra mayor número de suicidos, junto con Zuera y el Psiquiatrico de Alicante. Entre mediados de 2011 y mediados de 2012 murieron en este penal un mínimo (documentado) de ocho personas.
… y lo que permanece oculto
Con todo, a pesar de su gravedad, los
hechos documentados son apenas parte de lo que acontece en el interior
de las cárceles. La opacidad que rodea el mundo penitenciario impede a
los grupos de apoyo a personas presas o asociaciones de derechos
fundamentales saber cuál es la situación real y no es infrecuente que
los propios funcionarios del centro procuren activamente impedir el
esclarecimiento de los hechos. Un ejemplo más: en los juzgados de
Betanzos está ahora mismo en trámite una denuncia formulada contra
varios funcionarios de Teixeiro por dificultar la asistencia letrada a
un preso en la entrega a su abogada de la documentación precisa para el
planteamiento de un recurso contra sanción.
Por otra parte, la propaganda oficialista
que presenta las cárceles como hoteles de lujo esconde una realidad
bien diferente. Existen documentadas serias quejas en relación a la
alimentación (fría, escasa y poco saludable), la falta de asistencia
odontológica y psiquiátrica adecuada, a la ausencia de actividades para
presos de primer grado (A Lama) y la graves deficiencias en las
infraestructuras.
Y la respuesta de la dirección politica
de la institución penitenciaria a las reclamaciones de las personas que
no renuncian a defender sus derechos en esta zona oscura que son las
cárceles atañe un grado de dureza extremo.
Desde hay mas de un año, un importante
colectivo de personas presas mantiene una protesta pacífica y continuada
dentro de las prisiones contra la tortura por medio de ayunos o huelgas
de patio. A pesar del carácter no violento de su actuación, varias de
estas personas fueron ya sancionadas por tener en sus celdas material
documental de la campaña, lo que muestra hasta que punto el derecho a la
libertad de expresión es vulnerado en el interior de las prisiones.
Paralelamente, las familias de los presos, desde diferentes
sensibilidades y visiones, se organizan y crean grupos para denunciar la
inhumanidad del sistema penitenciario. Esa es una muy digna lucha si
queremos vivir en una sociedad decente.
Fernando Balco Arce (Esculca) en Sermos Galiza
extraido de Boletín Tokata
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