Os cuento cómo me va la vida por mi nuevo
“hotel”. Pues cuando llevo 2 meses por aquí puedo decir que estoy
bastante bien, aunque ciertamente estaría mejor charlando con vosotrxs
por ahí, pero bueno, no me quejo ja. Yo soy de las que piensa que hay
compas en mucho peores situaciones, así que enseguida me adapto. Mi
nuevo “hotelito” tiene cosas que no está mal, como por ejemplo que los
txabolos tienen ducha y que están en bastante buenas condiciones, lo
cual teniendo en cuenta que me paso en él alrededor de 18 horas y media,
pues es de agradecer (por decirlo de alguna forma).
Pero como en la gran mayoría de las
cárceles, las ventanas no cierran herméticamente, con lo cual en días de
frío como hoy, la aireación es considerable, y eso aunque haya
calefacción. Lo peor es cuando a las tardes bajan la calefacción de los
txabolos, pues la mayoría de mujeres están abajo y en el txabolo solo
quedan las castigadas y la que escribe. Pero una ya ha aprendido a
forrarse de ropa y encima siendo de Siberia-Gasteiz ¿quién dijo frío?
Jaja.
La comida. Bueno solo diré que… se deja
comer. Menos mal que yo no soy nada milindris comiendo, pues hay que
reconocer que tampoco es para tirar cohetes. Esto ya lo sabía antes de
que me trajeran para acá, en Brieva la comida es muy buena y más de una
vez comentábamos que en otras cárceles quisiseran pillar lo que nos
daban. Pero no me quejo, son 6 años los que estuve por allí, así que me
quiten lo bailao. Y lo dicho, aquí se puede comer, así que con mi buen
saque pues tampoco es que me vaya a quedar en los hueso ¡para nada!.
Lo que es un puñetero desastre son otras
cuestiones como por ejemplo la cuestión médica. Aquí no se pasa consulta
todas las semanas, y cuando la va a pasar, de repente dicen el día
anterior por altavoz: “La que quiera apuntarse al médico que pase por
garita”. Esto así dicho no parece que tenga ningún inconveniente, pero
resulta que solo apuntan a las 20 primeras, con lo cual es todo un
espectáculo ver a la gente correr para tratar de llegar a ser la
“afortunada” a la que verá el médico al día siguiente. La primera vez
que vi semejante circo (al poco de llegar) estábamos comiendo y me
quedé… impactada, mujeres corriendo dejando la bandeja de comida
abandonada y juro que solo faltó que alguna saltase por encima de
nuestras cabezas. Parece que no se les ocurre mejor fórmula para hacer
las citas, eso por un lado pues por otro lado debe haber un problema
serio de falta de personal médico pues parece que las condiciones no
deben ser de lo más idóneas. En fin lo dicho, un auténtico desastre.
Yo he conseguido ver a la médica y menos
mal pues me vine de Brieva sin poder saber qué decía el traumatólogo a
la resonancia que me hicieron en septiembre en Ávila. El inútil
matasanos de Brieva me comentó que la resonancia “estaba bien”, que no
había nada nuevo y que el menisco estaba bien. Pero pedí copia del
informe la última semana que estuve allí, y leyéndolo llego a dos
conclusiones:
-el médico de Brieva no es traumatólogo, y
me dijo aquello para sacarme de allí sin retrasar el traslado (ya sabía
que me iban a trasladar)
-en el informe no se dice que todo esté perfectamente. Con lo cual, pues he tenido que pedir cita aquí para el traumatólogo.
Y ya veremos cuándo me sacan, pues viendo
como está la sanidad madrileña la cosa apunta a que va para largo. Así
que de momento pues trato de cuidarme lo mejor que puedo la rodilla y de
no machacarla demasiado, pero claro correr en cemento en un patio que
es más bien pequeño, tampoco es que ayude demasiado.
Más cosicas de por aquí.
La burocracia aquí es lenta hasta
hartarse. Os pongo un simple ejemplo. El día 13 eché una instancia para
que entregasen a la persona que venga de visita un paquete que tienen
retenido con cosas que no me dejan tener aquí (espejo, palillos
chinos…), y todavía no me han contestado. Todo es extremadamente lento y
se tiene la sensación que olvidan que aquí hay personas viviendo. Y si
hablamos del ritmo caribeño que llevan la asistencia social y el
educador… Sin comentarios, otro día os cuento esa historia que por hoy
ya es demasiado.
Pero lo que peor llevo con diferencia y
es lo que más me está costando digerir es el trato con lxs funcionarixs.
Bueno, más que el trato es el abuso de poder que ejerce en concreto un
turno. No, no conmigo, por lo menos hasta ahora, pero cada vez que están
te enteras que han cacheado a alguien utilizando la humillación y el
abuso (desnudan a las mujeres, las golpean, se ríen de ellas). Y nadie
les denuncia, ¿miedo? ¿indefensión? Y qué queréis que os diga, una no
lleva bien estas cosas, jamás me acostumbraré que unas uniformadas se
crean por encima del bien y del mal, con “derechos” sobre las personas
que se encuentran aquí encerradas. Es cierto que no son todxs igual,
pero la cuestión es que sí he visto una diferencia con Brieva en esto,
aquí hablan a la gente peor y no les imposta coger el micrófono y decir:
“Se callen de una puta vez”. A mí no me parece que sean formas, se
supone que precisamente debieran no sé si tener especial atención a esas
cuestiones o sencillamente comportarse correctamente y sin faltar ni
hablar mal. No sé, supongo que todavía estoy “adaptándome”, y encima a
veces me digo a mí misma que estoy aquí precisamente porque no me gusta
el mundo en que vivimos y al fin y al cabo lxs funcionarixs son parte de
ese sistema corrupto, decrépito y explotador. Trataré de digerir lo
mejor que pueda esas situaciones de abuso que se dan, pero sin duda es
lo más duro que me ha tocado por ahora en esta cárcel.
Arantza Díaz Villar
extraido de Boletin Tokata
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