Cada año, miles
de migrantes son encerrados – por unas horas, a veces por varios meses –
en lugares que no están contemplados por las leyes ni a la vista de
miradas externas. En ellos son frecuentes las violaciones de derechos
humanos y los abusos pueden ser extremos (condiciones de higiene
espantosas, torturas, muertes), prácticas que rara vez son objeto de
condenas judiciales.
La existencia
de estos lugares es fruto de iniciativas locales, ad-hoc, puntuales. Las
autoridades responsables –policía o militares- no obedecen forzosamente
a una orden ministerial o jerárquica, pueden tomar la decisión de
encerrar migrantes sin pedir permiso u obedecer a una orden de sus
superiores. Este confinamiento puede hacerse también con la colaboración
de actores privados (marineros, agentes de seguridad de las compañías
de transporte).
Así, las altas
instancias del Estado, los controladores de los lugares de privación de
libertad (Comisión europea para la prevención de la tortura, etc.)
incluso la sociedad civil, rara vez son informadas de su existencia. Los
migrantes a quienes se retiene ahí, no pueden (o muy difícilmente)
recibir visitas o contactar con personas en el exterior, y no siempre
son contabilizados en las estadísticas oficiales sobre encierro de
extranjeros. En estos dispositivos poco visibles, son retenidas una o
dos personas que a veces llegan a ser varias decenas. El descubrimiento
de estos lugares tiene lugar de manera fortuita: a consecuencia de un
testimonio o de una investigación.
Es importante
identificar estos lugares puesto que forman parte de la política
migratoria represiva de los Estados europeos y vecinos de la UE. Son un
eslabón del gran sistema de caza a los migrantes. Entre las estructuras
organizadas, hay edificios administrativos que no están destinados a
encerrar a los extranjeros que hayan transgredido la ley relativa a la
entrada y residencia, comisarías de policía, cuarteles militares,
centros cerrados sin reglamentación, incluso estadios, antiguos
parkings, prisiones de derecho común, etc.
Algunos de
estos lugares están situados en zonas de difícil acceso y aisladas, como
desiertos (sur de Argelia, los campos de Al Kufrah o Al Wigh en Libia,
la frontera entre Egipto e Israel), montañas (región de Van en Turquía),
islas (Vathy en Grecia, etc.) o las zonas fronterizas bajo control del
ejército (zonas prohibidas en la línea de demarcación en Chipre, etc.).
Entre estos
lugares, hay que incluir también “micro-espacios” como los que utilizan
temporalmente las compañías de transporte: locales (aero)portuarios,
camarotes de los barcos mercantes, camiones, autobuses o aviones, e
incluso compartimentos de tren a los que recurren la policía de los
Estados o la agencia Frontex.
En este
recuento que nunca será exhaustivo, las estructuras utilizadas por los
pasadores, los traficantes de seres humanos o las redes mafiosas, no se
tienen en cuenta, por más que el secuestro de migrantes en lugares
desconocidos por periodos más o menos largos sea una de las
consecuencias de las políticas migratorias europeas.
extraido de Boletín Tokata
Ningún comentario:
Publicar un comentario